Diseño Emocional
En esencia, el trabajo de un diseñador se basa en hacer que las cosas sean sencillas, cómodas e incluso placenteras para las personas. En otras palabras, un buen diseño hace que nuestra vida sea más fácil y agradable. Por ello, hoy os quiero hablar del diseño emocional.
Ejemplos:
Empecemos con un ejemplo para hacerlo bien visual. Pongamos un buen whisky Lagavulin 16 años en tres envases, ¿en cuál disfrutarás más la bebida? ¿Bebiendo de un vaso de cartón, de un vaso de vidrio normal para beber agua o de la típica copa de cristal Glencairn? Efectivamente, a pesar de que el whisky sea el mismo, la forma en como se presenta importa y mucho. La experiencia de la persona es más placentera si disfruta un whisky de este calibre en una copa diseñada específicamente para disfrutar esta bebida en su máxima expresión, ya que envuelve la bebida en los valores de la marca, en su exclusividad y calidad. De hecho, solo de pensarlo se me dibuja una sonrisa.
Te aseguro que un buen vino Malbec reserva sabe mejor en la copa adecuada. De esas en las que la parte superior termina en forma cónica, permitiendo la oxigenación del vino pero, a la vez, manteniendo su esencia el tiempo suficiente como para que disfrutes de la experiencia en toda plenitud.
La experiencia de abrir por primera vez el packaging de un iPhone o un Mac es algo que se recuerda. De hecho, muchos somos los que conservamos la caja. La experiencia hace que establezcamos una conexión emotiva con el objeto, como hemos visto en estos ejemplos.
La importancia del diseño emocional: una conquista en tres fases
Hay un libro escrito por Donald Norman llamado “Emocional Design” en el que precisamente hace una interesante reflexión sobre el diseño emocional. En esencia, cuenta que las cosas atractivas hacen que tengamos la sensación de que funcionan mejor, o saben mejor como en el caso del Lagavulin o el Malbec.
Norman postula que la manera en que una persona llega a amar u odiar algo pasa por tres fases:
- Visceral
- Conductual
- Reflexiva
Como habrás escuchado infinidad de veces, la comida entra por los ojos. Para los compradores compulsivos como yo, no solo funciona con la comida: una buena imagen despierta ese deseo irracional que hará que quieras comprar ese producto y tendrás la sensación de que lo necesitas (respuesta visceral). Con esto te quiero decir que la primera imagen vale y mucho, porque es la que causará esa primera impresión que hará que reaccionemos de manera involuntaria.
La experiencia reflexiva es una respuesta dada más a largo plazo. Seguro que sabes de qué te hablo cuando te diga que es el momento de sentir fidelidad a la marca, orgullo de pertenencia o, incluso, puedes llegar a sentir añoranza por volver a repetir ese momento y se convierte en una conducta.
El secreto del diseño emocional: equilibrio entre diseño, funcionalidad y eficiencia .