Espacio y respiración
Pero no falta en nosotros la memoria física de un movimiento similar, que es que el que conseguimos cada vez que tomamos una respiración, por lo cual, espacios de estas características suponen una vía de acceso suplementaria a nuestro sentido de la belleza a través de esta elemental sensación de expansión.
Aunque el proceso respiratorio sea habitualmente inconsciente, su valor vital es tan grande que cualquier restricción en esta función normal viene acompañada de un sentimiento de pena y – más allá de un cierto límite – un particular horror, mientras que la mínima ayuda que la favorezca – como, por ejemplo, notamos con el aire de montaña – aporta placer. La necesidad de expansión que percibimos en todos los movimientos de nuestro cuerpo, y especialmente en la respiración, no es sólo profundo y exclusivo de cada individuo, es algo inherente a nuestra especie. De modo, que no es sorprendente que la respiración haya llegado a ser el verdadero símbolo del bienestar corporal, y que los espacios que la benefician nos parezcan bellos y que los que la ofendan nos parezcan sucios.